La falta de respeto con la que algunos tratan al Papa es imposible verla en otros países de nuestro entorno. En «The New York Times» o en «Le Monde» nunca se llega a ese lenguaje incluso soez, que utilizan algunas páginas progres, sobre los asuntos de la Iglesia católica. Ahora, cogiendo el rábano por las hojas, en lugar de ofrecer información sobre la importante visita del Papa al África católica se ridiculiza al Santo Padre con esa historia del condón.
Lo que yo entendí que había dicho el Papa es que es mucho más efectiva para luchar contra el sida una educación sexual responsable, que potencie el papel del matrimonio y la familia, que sólo la difusión del uso del preservativo. Eso es tan obvio que en aquellas zonas de África en las que el Estado se ha dedicado a promover programas para reforzar el matrimonio y la familia, la pandemia del sida ha disminuido.
La apelación a la responsabilidad y, sobre todo, al respeto y la igualdad de la mujer, está en la misma línea del discurso que hizo en la Unesco hace tres años la primera presidenta africana, Ellen Johnson Sireleaf, de la República de Liberia.
Frente a esos ridículos 125.000 euros para comprar preservativos que ha destinado demagógicamente el Gobierno español, la Iglesia católica africana va directa a las causas en lugar de poner parches y apósitos en las consecuencias. Estos son algunos de sus resultados, en Angola por ejemplo, país donde hoy se encuentra el Papa: 23 hospitales, 269 ambulatorios, 16 hogares para ancianos, 45 orfanatos, 37 consultorios, 28 centros especiales y 41 establecimientos más de ayuda al prójimo. La labor de Cáritas africana, efectivamente, no tiene precio. Creo que África, la Iglesia católica y el Papa merecen, pues, un respeto
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