Jornada Mundial de la Juventud
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Durante el Jubileo de 1983-1984, llamado Año Santo de la Redención en recuerdo de la muerte de Jesucristo 1.950 años atrás, entre las distintas celebraciones dedicadas a la juventud, la más importante tuvo lugar en la vigilia del Domingo de Ramos en Roma. Más de 300.000 jóvenes procedentes de todas las partes del mundo (y albergados por cerca de 6.000 familias romanas) participaron en el Jubileo internacional de la juventud. Además de muchos obispos estaban también presentes el Hermano Roger y la Madre Teresa de Calcuta. El papa Juan Pablo II obsequió a los jóvenes con una cruz de madera que simbolizaba "el amor del Señor Jesús por la Humanidad y como anuncio de que sólo en Cristo, muerto y resucitado, esta la salvación y la redención".
1985 fue proclamado por la ONU Año Internacional de la Juventud. La Iglesia organizó un nuevo encuentro internacional el Domingo de Ramos, el 31 de marzo, con otros 350.000 jóvenes que se reunieron en la Plaza de San Pedro. Tras este evento el Papa instituyó la Jornada Mundial de la Juventud, con cadencia anual.
El Domingo de Ramos de 1986 tuvo lugar en Roma la primera Jornada Mundial de la Juventud, la primera de una serie que contribuyó a atribuir al papa el apodo de "El Papa de los jóvenes". En aquella ocasión Karol Wojtyla se reveló a los jóvenes de todo el mundo con la carta Siempre prestos a testimoniar la esperanza que está en vosotros, dando su apoyo a sus amigos para el año siguiente. Lugar del encuentro: Buenos Aires. Actualmente la Jornada Mundial de la Juventud viene celebrándose cada año, el Domingo de Ramos, en todas las diócesis. Cada dos o tres años este acontecimiento asume el formato de una reunión internacional, y jóvenes de todo el mundo se reúnen en la ciudad indicada junto al Papa para compartir su fe con la de los demás y meditar sobre el mensaje que el Papa elige para cada ocasión. El organismo encargado de la organización y de la coordinación de las Jornadas Mundiales es el Consejo Pontificio para los Laicos, cuya sección joven fue instituida en el 1985.
Los jóvenes que acuden a estos importantes encuentros son siempre muy numerosos. Después de Buenos Aires Argentina, en 1987 se reunieron en Santiago de Compostela (España), en 1989. A partir de este encuentro la Jornada Mundial fue ampliada con tres días de catequesis antes de la celebración final.
En Czestochowa (Polonia) en 1991, se celebró el primer encuentro del Papa con millares de jóvenes en un país de la Europa del Este.
Unos años después, en 1993, los jóvenes se reunieron tras las Montañas Rocosas de Denver, en los Estados Unidos. La novedad de esta edición fue el establecimiento de la celebración del Via Crucis.
En 1995 la Jornada tuvo lugar en Asia, concretamente en Manila, capital de Filipinas, con una marca de asistencia de más de 5 millones de personas.
El millón doscientos mil participantes en la JMJ de París, en 1997, trajo muchos comentarios al comparar la cifra de asistencia con la anterior de Manila: Europa, como los EE.UU., es una tierra considerada cómo "difícil" desde el punto de vista de adhesión a la realidad religiosa. Adriano Sofri, comentando esta jornada, la definió cómo uno de los pocos eventos comparables a Mayo del 68, "no obstante la enorme diferencia, o más bien, gracias a ella". En esta edición se introdujo la iniciativa de anteponer el evento un encuentro de los jóvenes de todo el mundo en las diócesis francesas como momento de fiesta, oración y conocimiento.
Tres años después, en Roma, en medio del Jubileo del 2000, dos millones de jóvenes invadieron la Ciudad eterna, para participar en la iniciativa de la jornada mundial, culminada con una vigilia en la explanada de Tor Vergata y una misa a la mañana siguiente. Los inconvenientes provocados por un día de gran calor y por una afluencia mayor de la prevista estuvieron limitados por una organización eficiente y por la compostura de los jóvenes. Hubo varios talleres para unir la propia fe a la vida juvenil. Llamados por Juan Pablo II "Centinelas del mañana", los jóvenes fueron invitados a no resignarse a la injusticia del mundo, a defender la paz, a mantener el mundo siempre habitable y a dar el propio "sí" a Cristo como centro del propio ideal y realización de la felicidad. En aquella ocasión Juan Pablo II les comunicó a todos que el próximo encuentro tendría lugar en Canadá en 2002, en Toronto. Al final de esta jornada el Papa convocó a los jóvenes a Colonia, en Alemania. El papa falleció antes de poder participar.
De Toronto provino la iniciativa concreta del voluntariado. El nuevo Pontífice, Benedicto XVI, fue acogido por la juventud en el agosto de 2005 en Alemania, en su tierra natal. Venimos a adorarlo fue el lema del encuentro: son las palabras pronunciadas por los Reyes Magos, cuyas reliquias son custodiadas en la ciudad del Rin, venidos de Oriente para adorar al Salvador.
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